sábado, 27 de junio de 2015

Diario de Japón (XI): Nikko

Puente sagrado Shinkyo


Nuestro undécimo día en Japón lo pasamos de excursión por la ciudad de Nikko. Llegar a Nikko en tren desde Tokio puede parecer complicado porque no hay un tren directo, así que irremediablemente hay que hacer varias conexiones. Nosotros hicimos la ruta Shibuya-Omiya en tren, para luego pillar un shinkansen de Omiya a Utsonomiya, y de ahí conectar con la JR Nikko line hasta Nikko.

Paseo hacia la zona de los templos
Paseo otoñal hacia la zona de los templos


Al llegar a la estación de Nikko aún nos tocó andar un par de kilómetros hasta la zona de los templos, donde visitamos el Toshogu; un templo sintoísta que forma parte del patrimonio de la humanidad según la UNESCO. Este templo consta de numerosos edificios y monumentos rodeados de un bosque, así como un gran paseo escalonado que asciende la colina hasta llegar a un pequeño altar en la cima donde yacen los restos del shogun fundador del shogunato Tokugawa. La entrada al templo cuesta 1200 yenes y da acceso a todos los edificios y zonas del interior. He aquí algunas fotos de lo que se puede ver dentro del templo:


Tori y el Yomeimon (en obras)
Tori y el Yomeimon (en obras)

Kagura-den
Kagura-den


Pagoda de 5 pisos
Pagoda de 5 pisos

Altar principal
Altar principal

Talla de los tres monos sabios
La famosa talla de los tres monos sabios

Después de un par de horas de paseo y larga caminata por el interior del templo, emprendimos camino de vuelta a la estación de autobuses de Nikko para pillar un bus que nos llevase a la parte alta de la montaña para poder ver el lago Chuzenji (y aprovechar para comer un bento a sus orillas) y las cascadas Kegon. El trayecto dura 45 minutos y el billete ida y vuelta cuesta 2000 yenes. De nuevo, al tratarse de un paseo contemplativo, ¿qué mejor que dejaros unas fotos para ilustrar?

Cascada Kegon
Cascada Kegon

Lago Chuzenji
Lago Chuzenji

Y así, entre montañas, cascadas, templos y lagos pasamos el día por Nikko: admirando, contemplando y paseando, casi sin darnos cuenta de que en un par de días volveríamos a embarcar en el aeropuerto de Narita rumbo a Dubai para de ahí enlazar con otro vuelo de vuelta a Madrid.

Ese dos últimos días los pasamos por Tokio haciendo turismo sin listas ni planificación, simplemente echándonos a sus calles y dejándonos llevar, paseando por algún jardín, comprando recuerdos para la familia y los amigos, parando en algún Karaoke por la tarde para descansar media hora tomando un refresco de melón y cantando Moliendo Café, comiendo sushi, tempura y gyozas, visitando mercadillos e incluso repitiendo algún templo...

A la vuelta, veníamos con la maleta llena de souvenirs, pero sobre todo con la cabeza llena de buenas memorias, y con la convicción de haber vivido durante dos semanas inmersos en un mundo distinto, en una cultura totalmente diferente, cuyo recuerdo difícilmente podremos borrar.

Arigato Gozaimashita Nippon!

- FIN -



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1 comentario:

  1. Realizar viajes a Japón es una experiencia comparable a salir de este mundo, no sólo por el idioma y las costumbres, sino por su increíble arquitectura, en donde da lo mismo caminar una cuadra y encontrarse un edificio ultra moderno, que contemplar monjes de un templo budista. Justo es la línea del metro Ginza, en la estación Azakuza, donde se localiza
    uno de los templos más importantes de Tokio: Sensoji. Construido en honor a la diosa de la misericordia. Dentro del templo, nos recibe un horno en el cual se quema incienso que purifica y da la buena suerte, hay que poner la manos sobre él y luego pasarlas sobre la cabeza. Sin duda es un sitio mágico, un buen destino a la hora de viajar por el mundo.

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