martes, 16 de diciembre de 2014



Shibuya y Shinjuku son dos de los distritos más populares de Tokio, en ellos se pueden observar zonas de rascacielos, parques que parecen un bosque salvaje en medio de la ciudad, templos, calles dedicadas a la moda de las tribus urbanas, muchas luces y sobre todo: mucha gente.

Decidimos comenzar el día en el barrio de Shinjuku, dirigiéndonos al edificio del gobierno metropolitano de Tokio para contemplar las vistas de la ciudad desde el mirador de alguna de sus torres. Quizás el tamaño de este edificio vaya en proporción a las magnitudes de esta ciudad, pues se trata de un complejo arquitectónico formado por un edificio principal de dos torres de 48 plantas cada una, otro edificio más bajo y un pasillo elevado semicircular que conecta con la sede de la asamblea de la ciudad formando a su vez una plaza interior con el edificio principal.


Gobierno Metropolitano de Tokio
Gobierno Metropolitano de Tokio

Subimos a la torre norte para apreciar las vistas de la ciudad esperando tener suerte y que la visibilidad nos permitiese ver el monte Fuji pero lamentablemente no fue así. Al bajar fuimos abordados por casualidad por un amable voluntario que nos invitó a unirnos a una visita guiada gratuita por el edificio que generalmente comienza a las 10:30 en el punto de información turística de la primera planta. El voluntario nos llevó a una sala de promoción turística donde pudimos hacer vasijas de barro al estilo japonés, y después nos hizo un recorrido por los pasillos, por la asamblea metropolitana y por el mirador de la torre sur. Si se cuenta con tiempo, la visita guiada merece la pena y es totalmente gratuita así que recomendamos hacerla.


Asamblea gobierno de Tokio
Asamblea del Gobierno Metropolitano de Tokio

Después de nuestra visita al edificio del gobierno metropolitano, nos dedicamos a pasear por los alrededores en el barrio de Shinjuku y contemplar algunos de los peculiares rascacielos que hay en la zona y poco a poco ir andando hacia el parque Yoyogi.


Rascacielos en Shinjuku
Rascacielos en Shinjuku

El parque Yoyogi es uno de los más grandes de Tokio con alrededor de 54 hectáreas. Se trata de una amplia extensión verde formada por lo que durante los juegos olímpicos de 1964 fue la villa olímpica, y el templo sintoista Meiji Jingū, uno de los más importantes de la ciudad. El parque está muy cuidado y en ocasiones uno se siente en un bosque salvaje de ginkos y cerezos, hasta que se llega a la puerta Tori que da acceso al templo. El Meiji Jingū es bastante austero, pero tiene un cierto encanto por el entorno que lo rodea. Se puede observar a la gente vestida con trajes tradicionales shinto llevando a los hijos pequeños al templo.


Meiji Jingū

Muy cerca de la estación de metro de Harajuku a la salida del parque, se encuentra la calle Takeshita, de visita obligada si que quiere contemplar la flor y nata de la extravagancia urbana de Tokio. En esta calle se aglomeran distintas tiendas de moda dirigida a las distintas tribus urbanas tokiotas (las lolitas, los góticos, las ganguros, etc). Lo más recomendable es visitar esta calle un domingo que es cuando se puede encontrar la mayor concentración de personajes paseando y haciendo sus compras, pero en términos generales cualquier día se puede uno dar un garbeo y encontrarse excentricidades.


Takeshita Dori
Takeshita Dori

Una de las esquinas de la calle Takeshita está llena de puestos que venden crepes con un sinfín de rellenos dulce (desde una bola de helado hasta una cheesecake con galletas), aunque no son muy baratas, tenían muy buena pinta y decidimos probar unas.


Presentación crepes
Maquetas de presentación de las crepes

Nuestras crepes
Nuestras crepes


Desde la calle Takeshita nos dirigimos andando hacia el centro de Shibuya atravesando las calles de compras y tiendas de Harajuku, donde cada marca intenta hacerse un sitio con escaparates rompedores o directamente con edificios extravagantes.


Edificio Audi, Harajuku
Edificio Audi, Harajuku

Aunque suene a tópico, una cosa que es indiscutible es que los japoneses adoran el karaoke, en cualquier esquina se pueden ver edificios enteros dedicados a esta actividad, así que no podíamos dejar pasar la experiencia de probar uno. El precio de los karaokes varía según la cadena, la hora a la que vayas y el plan que elijas. El plan de precios puede resultar complicado de entender, pero simplificando mucho suelen tener 2 planes: pago por fracciones de media hora (o 1 hora, según) o tarifa plana durante un determinado número horas o incluso toda la noche, para rizar más el rizo algunos de estos planes incluyen barra libre de bebidas no alcohólicas y otros no. 


Karaoke barato
Cadena de Karaokes barata

En nuestro caso nos decantamos por esta cadena que tiene muchos locales en Tokio y otras ciudades (la del simbolito de la bola de chicle con el micro y la mano), que si vas antes de las 6 PM pagas sólo 145 yenes por media hora, teniendo acceso barra libre de bebidas no alcohólicas, si se tiene en cuenta que una coca cola en cualquier máquina cuesta ya 100 yenes, no está nada mal. Tras hacernos entender con la chica del mostrador con señas y algo de inglés, nos dirigimos a la sala que nos habían asignado: una habitación con sofá, mesa, TV y una máquina de karaoke en perfecto japonés con pantalla táctil con la que me peleé durante varios minutos para intentar hacerla funcionar, acabé encontrando el modo de cambiar el idioma a inglés y conseguimos cantar algún que otro clásico mientras bebíamos una fanta de melón con granizado.


Karaoke
Intentando entender la máquina de Karaoke

Ninguna visita a Shibuya está completa si no se pasa el famoso cruce frente a la estación, que es el más concurrido del mundo. Además del cruce, aquí podemos encontrar a la famosa estatua de Hachiko, que ya visitamos el primer día, en honor al perro del profesor Ueno que esperaba a su dueño todos los días en los alrededores de la estación; tras la muerte del profesor dicen que Hachiko volvía todos los días a la estación a la hora de llegada del tren, esperando que su dueño volviese, y lo siguió haciendo hasta el día de su muerte.


Cruce de Shibuya
Esperando en el cruce de Shibuya


Cruce de Shibuya
Cruce de Shibuya

Lo mejor de Shibuya es recorrerla al caer la tarde y perderse entre un montón de gente y calles intensamente iluminadas con distintas tiendas, restaurantes, karaokes y otros locales de finalidad un tanto opaca. Para nosotros, este barrio representa lo que suele tenerse en mente cuando se piensa en Tokio como urbe moderna, dinámica y vibrante, y quedará como nuestro barrio favorito en la ciudad sin ninguna duda.


Basketball Street en Shibuya
Basketball Street, Shibuya


Para terminar el día entramos en una Izakaya (taberna japonesa) para cenar unos Yakitoris (pinchitos) y de ahí directos a dormir que el próximo día nos tocaba levantarnos temprano para pillar el Shinkansen (tren bala) a Kioto.

Sayonara!

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Diario de Japón (IV) Tokio: Shinjuku, Harajuku, Shibuya

sábado, 6 de diciembre de 2014



Muchos sabréis que en Japón son amantes de comer pescado desde tiempos inmemoriales, lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta que todo el país es una isla, o mejor dicho: un conjunto de islas. Con el tiempo se ha creado un gran negocio en torno a la pesca, distribución y venta del pescado y es por esto que en Tokio podemos encontrar el mercado de pescado más grande del mundo: el Tsukiji Market.

Interior del Tsukiji Market
Interior del Tsukiji Market

Para mantener la tónica del viaje de visitar varios lugares únicos en el mundo, decidimos visitar el mercado por la mañana. Uno de los atractivos del Tsukiji Market es la subasta de los atunes que tiene lugar alrededor de las 5 AM, aunque el acceso al turista está bastante restringido y sólo unos pocos afortunados pueden al final quedarse para poder presenciarlo; nosotros finalmente decidimos descansar un poco y visitar el mercado con el atún ya subastado y listo para ser vendido.

Señores Atunes
Señores Atunes

El mercado en sí es una nave enorme con varias avenidas principales donde no paran de pasar carretillas, carros y gente con mercancías; de hecho hay que tener bastante cuidado porque aunque uno esté de paseo, la mayoría de los que están ahí se encuentran trabajando a un ritmo frenético, así que en más de una ocasión tuvimos que marcarnos unos buenos recortes toreros para evitar ser atropellados. Además de las avenidas principales, hay un montón de callejuelas donde se ubican los distintos puestos, cada uno vendiendo el pescado fresco que corresponda, y muchos vendiendo y despiezando atunes enormes.

Desayuno
Desayuno

Tras un rato de paseo por el mercado, dimos una vuelta por las calles que lo rodean, que acaban formando un mercadillo de comida, especias y pescados en salazón, así como algún que otro restaurante. Siguiendo las recomendaciones leídas por Internet, paramos en uno de estos locales para desayunar sushi con el pescado más fresco que podíamos encontrar; en esta ocasión probamos el famoso Unagi (anguila), además de uno de huevas de bacalao y otro de pulpo, todo esto acompañado con el clásico té verde con sabor a tierra al que poco a poco te vas acostumbrando, especialmente cuando comes pescado crudo.

Teatro Kabuki
Teatro Kabuki

Una vez desayunados y con la curiosidad de ver los atunes satisfecha, fuimos caminando hacia el barrio de Ginza, uno de los distritos de alto standing en el centro de Tokio. En el camino pasamos por el teatro Kabuki, donde aún se hacen representaciones de obras clásicas kabuki. Bajando por la misma calle se encuentra el cruce 4-chuo dome y la tienda Wako cuyo edificio es famoso por su reloj. Nuestro destino en esa zona era el edificio de Sony, para ver la exposición gratuita de tecnología y gadgets de varias plantas, que merece la pena.

Palacio Imperial de Tokio
Palacio Imperial de Tokio

La siguiente parada oficial en nuestro itinerario fue el palacio imperial de Tokio, o mejor dicho, los jardines del palacio imperial de Tokio, pues el edificio en sí se encuentra cerrado al público y sólo está abierto dos días al año: el 2 de Enero y el día del cumpleaños del emperador. El acceso a los jardines desde el exterior de la muralla conlleva una caminata importante, y no se puede ver el edificio desde ningún punto, pero es un paseo agradable.

Con la tarde echándose encima, compramos unos onigiris en un combini para comer algo y nos dirigimos en metro hasta la estación de Shimbashi para conectar ahí con la línea Yurikamone que lleva a Odaiba, pudiendo apreciar la Tokyo Tower en el trayecto.

Odaiba es una isla artificial construida en la bahía de Tokio, que conecta con el resto de la ciudad a través del Rainbow Bridge. El distrito de Odaiba se ha erigido como una de las zonas de ocio y entretenimiento de la ciudad, además de ser una de las localizaciones donde se celebrarán eventos deportivos en los juegos olímpicos de 2020.

Rainbow Bridge
Rainbow Bridge

Al llegar visitamos la réplica de la estatua de la libertad y no pudimos evitar bajar a la playa para mojar los pies por primera vez en el océano Pacífico. De ahí nos dirigimos a Palette Town para ir al centro de exhibición de Toyota, donde curiosamente estaban presentando un nuevo todo terreno y después pudimos acceder a una simulación donde nosotros eramos los crash dummies. Palette Town en sí es un centro comercial de varias etapas, una de ellas está decorada como una plaza europea. También aprovechamos para visitar el extraño edificio de la Fuji TV donde pudimos comprobar que el anime One Piece estaba de rabiosa actualidad.

Fuji TV
El extraño edificio de la Fuji TV 

Aprovechamos para pasear un poco más por los distintos centros comerciales de la isla y finalmente emprendimos camino de vuelta a casa, de nuevo bastante agotados por la acumulación de kilómetros encima (¡cuánto hay que caminar en esta ciudad!).

Sayonara!

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Diario de Japón (III) Tokio: Tsukiji, Ginza, Odaiba

sábado, 29 de noviembre de 2014

Römer

Frankfurt Am Main (o Fráncfort del Meno como suele ser conocida por ... nadie) es una ciudad muy importante en el ámbito financiero de Alemania y de Europa que combina tradición con modernidad. Si bien es cierto que la oferta turística comparada con otras ciudades alemanas es mucho menor, hemos decidido hacerle un poco de justicia contando diez cosas que se pueden hacer en un fin de semana en Frankfurt (o en un día sin tregua).

1.- Römer - Dom - Hauptwache


Römerbergplatz

Probablemente la imagen más icónica de Frankfurt sea la del edificio medieval conocido como Römer y que sirve como ayuntamiento de la ciudad. Muchos de los edificios que conforman la plaza tienen un aspecto medieval que contrasta con la imagen de los rascacielos que sobresalen detrás del edificio principal del ayuntamiento.


Dom

A pocos pasos de la Römerbergplatz se encuentra el Dom (la catedral) de Frankfurt con una torre de estilo gótico que a pesar de haber sufrido numerosas reformas tras las guerras, mantiene algo de ese estilo original.

Desde ahí, se puede ir también a la Hauptwache, una de las plazas más famosas de la ciudad que sirve de antesala a la calle Zeil, la arteria comercial más de moda en Frankfurt.

2.- Subir al observatorio de la Maintower


Vista del centro histórico desde el observatorio

La Maintower (Torre del Meno, no confundir con torre principal) es uno de los rascacielos más altos de la ciudad, en concreto, el cuarto y cuenta con 200 metros de altura y una torre de transmisión de 40 metros. Uno de sus principales atractivos es el mirador con el que cuenta en la planta 56 (la parte más alta del edificio, a los pies de la antena), siendo además el único rascacielos de la zona con mirador abierto al público, desde arriba se tienen unas buenas vistas de la ciudad, del río y del bosque que la circunda.

3.- Apfelwein, Äpplewoi, Ebbelwoi 


Vasos de Apfelwein
Vasos de Apfelwein

Es verdad que al decir bebida alemana todo el mundo piensa inmediatamente en la cerveza, y no sin razón; pero resulta que en el estado de Hesse, y en especial en Frankfurt se produce un tipo de sidra conocido como Apfelwein (o Ebbelwoi, Äpplewoi en dialecto local) y es uno de los productos más característicos de la ciudad.

Hasta tal punto forma parte el Apfelwein de la ciudad que existe un tranvía turístico llamado el Ebbelwei Express, que está acondicionado para servir sidra mientras recorre la ciudad al ritmo de canciones de verbena alemana. En particular no somos fanáticos de los autobuses turísticos, pero este definitivamente es algo distinto.


Ebbelwei Express

El Apfelwein se puede encontrar en todas partes: desde puestecillos en la calle hasta bares y tabernas, y suelen servirlo en vasos con un viselado típico que incluso ha inspirado a uno de los edificios de la ciudad. Ir a Frankfurt y no probar el Apfelwein es como ir a Asturias y no probar la sidra o a Irlanda y no tomar una Guiness, eso sí, hay que tener mucho cuidado porque es una bebida muy traicionera: baja muy fácil, no te das cuenta y hasta ahí puedo leer...

4.- Comer en alguna taberna de Sachsenhausen


Händkäse mit Musik
Händkäse mit Musik

Sachsenhausen es un barrio que no hay que dejar de visitar, sobretodo a la hora de comer y para tomar algo por la noche. Las tabernas de Sachsenhausen son bastante tradicionales, con grandes mesas de madera donde compartes asiento con desconocidos (la gran mayoría locales) que se disponen a disfrutar distintos platos de la gastronomía típica: salchichas, codillo y cocidos bañados con un buen Apfelwein casero.

Grüne Soße
Grüne Soße

Además se puede degustar el típico Händkäse mit Musik como aperitivo y algún plato con la tradicional Grüne Soße, acompañar con un Brezel o panecillo recién horneado de los que los panaderos del barrio entran vendiendo en una cesta, y finalmente bajar la comida con un digestivo Calvados mit Mispelchen, pero siguiendo el sabio consejo del hombre que se sentó a nuestro lado: langsam, langsam (despacio, despacio).

Dos buenas tabernas que recomendamos en la zona son la Apfelwein Wagner o la Zum Gemalten Haus en Schweizer Straße.

5.- Crucero por el Main


Vista de la ciudad desde el barco

Si el tiempo acompaña, un paseo en barco por el río Main ofrece unas bonitas vistas de la ciudad. Varios barcos realizan distintas rutas a lo largo del día, y algunos incluso ofrecen largos recorridos de un día entero que van hasta Mainkai.

Los paseos se pueden hacer en la cubierta al aire libre o en el interior y los barcos cuentan con un bar en donde ya os podéis imaginar qué bebida sirven.

6.- Caminar por la ribera del Main 


Río Main
Río Main y sus riveras desde uno de sus puentes

No hace falta montarse en un barco para disfrutar del río, ya que cuenta con varios kilómetros de paseos por sus riberas, parques, puentes e incluso un corredor de museos. Pasear por la ribera del Main junto a los patos y observar los distintos barcos, piraguas o regatas navegando es sin duda uno de los mejores planes gratis que ofrece la ciudad. Además, desde el Ignatz-Bubis-Brücke y del Flößerbrücke se tiene buena vista del Skyline de la ciudad.


7.- Probar la Currywurst más picante (supuestamente)


Currywurst
Currywurst

La Currywurst es la segunda comida rápida alemana más popular (después del Dönner Kebab). La receta original es de Berlín y es tan simple como sabrosa: una salchicha, generalmente de tipo Bratwurst, acompañada de una salsa picante, condimentos y patatas fritas.

A pesar de estar bastante lejos de Berlín, la cadena Best Worst In Town es bastante famosa por ofrecer unas muy buenas currywurst, que además se autoproclaman como las más picantes. Al pedir la salchicha debes elegir la salsa con la que quieras acompañarla de una escala de menos a más picante, siendo la A una salsa suave de 4000 unidades Scoville (similar a un jalapeño) y la F fuego puro con 1200000 unidades Scoville (bastante más que un chile habanero).


8.- Ver el Skyline del Mainhattan desde el mirador gratis del Zeilgalerie


Vistas desde el mirador
Vistas desde el mirador

Una de las galerías comerciales de la calle Zeil llamada Zeilgalerie cuenta con un mirador gratuito desde el que se puede admirar el Skyline del distrito de rascacielos de Frankfurt, también conocido como Mainhattan. Además, se puede apreciar la torre de la catedral y la misma calle Zeil.

Junto al mirador hay un bar con vistas panorámicas y terraza donde también se puede disfrutar de un café con vistas.


9.- Visitar al oso y al toro de la bolsa de Frankfurt


Toro
Anny + Toro

Oso
Ivy + Oso

La bolsa de Frankfurt es la principal bolsa de valores de Alemania, una de las referencias bursátiles de Europa y se encuentra en el top 10 mundial. El edificio de la bolsa está en pleno centro de Frankfurt y merece una visita para ver el edificio y fotografiar las dos estatuas que están en la plaza: El oso y el toro.

Estas estatuas simbolizan las tendencias de los mercados. Se dice que un valor o mercado es toro cuando está en alza debido a que el toro al embestir carga con la cornamenta hacia arriba, mientras que un valor o mercado a la baja se dice que es oso en analogía a los zarpazos del oso que suelen ser hacia abajo; en fin, una chorrada metafórica que dio origen a las dos famosas estatuas con las que todo el mundo se quiere retratar.

Como curiosidad, existe también una estatua de toro en la zona de Wall Street, en Nueva York, pero en este caso no está acompañado de un oso para no dar a entender que la bolsa americana pueda ir para abajo.


10.- Alte Oper


Alte Oper
Alte Oper

La antigua ópera de Frankfurt fue destruida por bombas en la segunda guerra mundial y fue reconstruida y reinaugurada en los años ochentas. Tras remodelación se mantuvo el estilo original del edificio y en especial la fachada, luciendo hoy en día sus mejores galas rodeada de rascacielos y jardines.


Bonus: Chineschischer Garten en Bethmann Park




El Bethmann Park alberga en su interior un jardín chino bastante pintoresco que merece la pena visitar, con sus edificios de estilo tradicional chino, árboles de bambú y pequeños estanques. Si aún se cuenta con tiempo y se quiere ver algo diferente, este parque es definitivamente un sitio especial.

Tschüss!

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10 sugerencias para un fin de semana en Frankfurt

sábado, 22 de noviembre de 2014

Tokio es una metrópolis de tamaño considerable: 2187,66 km cuadrados de núcleo urbano y unos 13572 de área metropolitana; que comparado con los 605,77 de Madrid, los 203 de Buenos Aires o los 1572 de Londres, nos da una idea de las dimensiones de la ciudad. Es por esto que la mejor manera de optimizar tiempo y costes de transporte es dividir las visitas que se quieran hacer por zonas y atacar una zona por día.

Tras unas 9 horas de sueño reparador, nos levantamos completamente descansados y sin señales de Jet-Lag, así que rápidamente nos pusimos en marcha para realizar el primer itinerario por Tokio que nos llevaría a los barrios de Akihabara, Ueno y Asakusa. Puesto que aún no nos interesaba activar nuestro JR Pass (ya le meteríamos caña más adelante en nuestros viajes hacia otras ciudades), nos tocaba pagar el transporte en la ciudad, y para ahorrarnos el dolor de cabeza de tener que comprar billetes sueltos con el importe exacto del viaje cada vez que fuésemos a realizar un trayecto, optamos por comprar una tarjeta SUICA, que es una especie de monedero electrónico que cargas con un saldo y la tienes que pasar al entrar y salir de cada estación para que te descuente el importe del viaje.

Akihabara
Akihabara

De esta manera nos montamos en el tren de la Yamanote Line (la línea circular de JR) para ir de Shibuya a Akihabara, el barrio electrónico de Tokio y el centro del frikismo, pues (supuestamente) es el barrio de los otakus. Saliendo de la estación de Akihabara tomamos la salida "Akihabara Electronic Town", y cuando dicen electrónico se referieren no sólo a videocosolas, tarjetas SD y discos USB, sino también a cables, transistores, diodos y osciloscopios a la venta en mercadillos de los alrededores de la estación. Tras dar un paseo por callejuelas llenas de chips y tableros nos acabamos topando con edificios enteros de arcades y recreativas con cualquier cantidad de videojuegos, luces, música, máquinas de premios y un público un tanto pintoresco.

Edificio de Arcade Sega
Edificio de Arcade Sega

Además de recreativas, Akihabara tiene un montón de tiendas de manga, muchas ubicadas en plantas superiores de edificios normales (algo muy común en Japón), así que no se pueden distinguir a pie de calle. Una tienda que teníamos apuntada como visita obligatoria era un tienda dedicada a los videojuegos llamada Super potato, que cuenta con una planta entera dedicada al paleo mundo de las consolas, donde venden Game Boys clásicas en perfecto estado, la famicom de Nintendo o la clásica Master System de Sega, además de una importante colección de cartuchos para esas consolas; en esta sección me encontré y puede probar por primera vez la Virtual Boy de Nintendo, de la que recuerdo haber leído reseñas en la Club Nintendo hace muchísimos años y que nunca había visto en cuerpo presente, y ya entiendo el por qué de su fracaso: vaya mareo.

Virtual Boy
La Virtual Boy de Nintendo @ Super Potato

Después de llevar un rato de muchas consolas y de toparnos con la grabación de alguna serie o película policial con una muchacha vestida de colegiala pegando saltos mortales, nos encontramos con unas muchachas vestidas de sirvientas repartiendo publicidad de algunos "Maid café". Los Maid Cafés son cafeterías temáticas donde las camareras suelen ir vestidas de sirvientas y hacen espectáculos musicales que ríete tú de los Aqua, también existen los butlers café con camareros vestidos de mayordomo y otros cafés cosplay donde los que te atienden van vestidos de cualquier temática friki. Tras dar unas vueltas y un tanto indecisos por lo que nos pudiésemos encontrar, decidimos finalmente entrar a uno que se veía muy light. Para entrar al café hay que pagar entrada y no están permitidas las fotos dentro salvo que pagues un extra. Yo pensaba que iba a ser una experiencia más extraña de lo que acabó siendo, al fin y al cabo es un café temático como cualquier otro, quizás por la hora tuvimos la suerte de no coincidir con viejos verdes que puedan enrarecer el ambiente, es más, ni siquiera había más hombres que mujeres dentro. El café que tomamos estaba bastante bueno, aunque entra la entrada y la consumición acabó saliendo algo caro.


Maids
Maids atrayendo clientes

Café
Café con un dibujo de un perro consumido ya por la espuma XD

Tras el café, y con las pilas recargadas decidimos caminar desde Akihabara hasta Ueno. A mitad de camino empezamos a fijarnos en los restaurantes por los que íbamos pasando procurando decidir donde comer y acabamos entrando en un sitio que servían arroz (¡cómo no!) con verduras, carne y salsa. Encontrar un sitio para comer resulta una aventura al no hablar el idioma y sobretodo al no poder leer, sin embargo en Japón la mayoría de los restaurantes exponen fotos de sus platos o incluso tienen una vitrina con modelos o maquetas de lo que se ofrece en el menú, lo que ayuda al turista. Aún así muchas veces la experiencia de comer consistía en señalar, esperar y rezar. En esta ocasión acertamos, a pesar de que eché el huevo crudo en la sopa de miso en lugar de encima del arroz como hacía la gente normal.

Menú
Menú

La Comida
La comida (con los palillos clavados en el plato como NO se debe hacer)


Al llegar a Ueno nos dirigimos al parque homónimo para dar un paseo. Dentro del parque hay un par de santuarios shinto y una pagoda de cinco pisos, además de un Zoo, un lago, un campo de béisbol y un museo, entre otras curiosidades.

Lago del parque Ueno
Lago del parque cubierto por la vegetación

Fuente en el santuario
Fuente para purificarse antes de entrar al santuario

Pagoda
Pagoda
Una vez recorrido el parque, nos acercamos al mercado de Ameyoko, que se encuentra en las inmediaciones de la estación, donde hay puestecillos de comida, alguno de ropa, otros de productos frescos y algún que otro restaurante. En una de las callejuelas conseguimos un puestecito que vendía el típico dulce japonés con forma de pescado y relleno de pasta dulce (generalmente de judía roja) llamado Taiyaki, así que decidimos probarlo y la verdad es que nos gustó.


Taiyakis
Taiyakis

Desde aquí decidimos ir caminando hasta Asakusa, y cuando llegamos nos dimos cuenta de que los mapas engañan y las distancias son siempre más de lo que parecen en esta ciudad. La visita al barrio de Asakusa tenía un objetivo claro: visitar el Sensō-ji, el templo más antiguo de Tokio y uno de los más importantes. Se trata de un templo budista que consta de un edificio principal, varios templos y santuarios secundarios, una pagoda y un mercadillo. Nuestra visita fue al atardecer y recomendamos a quien quiera ir que lo haga a esta hora para poder disfrutar de las vistas del templo iluminado.

Senso-ji
Selfie de rigor frente a una de las puertas

Senso-Ji
Edificio principal

Pagoda Senso-ji
Vista de la pagoda

Lámpara Senso-ji
Detalle de la lámpara en el edificio principal

Para terminar el día, nos acercamos hasta la Tokyo Sky Tree: la segunda estructura más alta del mundo (tras el Burj Khalifa en Dubai) y la torre más alta del mundo a día de hoy. Ciertamente, al tratarse de una torre impresiona menos que otros edificios altos, de hecho, al ser una torre completamente recta y en forma de tubo no da la sensación de que sea tan grande (la torre Eiffel se aprovecha del efecto que produce el que se vaya ensanchando hacia la base, por ejemplo), sin embargo, al estar debajo e intentar sacar una foto donde se vea la torre entera, uno se da cuenta de que la altura no es nada desdeñable.

Tokyo Sky Tree
Tokyo Sky Tree
Desde aquí, y ya con varias horas y kilómetros encima, regresamos a casa en metro tomando la Tobu Skytree line hasta Asakusa y conectando ahí con la Ginza line hasta Shibuya.

Sayonara!

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Diario de Japón (II). Tokio: Akihabara, Ueno y Asakusa